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Sinopsis

Vivimos en un entorno de crisis pero, ¿qué están haciendo los gobiernos para atajarla?, ¿son estas medidas las más eficaces para acabar con ella?

Telesforo Hernández ha respondido a estas y a otras muchas cuestiones en Economía europea, un método para salir de la crisis. Es una guía sencilla fundada en un método económico-matemático en la que se demuestra cómo se puede salir de la crisis y cómo volver a generar en los inversores extranjeros la confi anza sufi ciente para que inviertan en Europa y en España.

Así, el lector conocerá de primera mano cómo afecta de manera negativa la subida del IVA y cómo junto con el Pacto Fiscal Europeo que debería estar basado en precios constantes son responsables del alejamiento de los inversores extranjeros de Europa y de España, que también son ahuyentados por las previsiones de las agencias de califi cación que generan un clima de incertidumbre al obviar el ritmo de crecimiento de cada país exagerando la desigualdad entre estados.

Estas soluciones pasan por la ya mencionada reducción del IVA, la reducción del déficit, animar a los bancos a que abran sus líneas de crédito a las empresas, repartir de forma ecuánime lo producido, no permitir la bajada de sueldos ni de pensiones... Remedios cuyos fundamentos tienen los gobiernos, y ahora, nosotros podemos comprender gracias a Economía europea, un método para salir de la crisis.

El autor se doctoró en 1974 en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid después de cursar estudios relacionados con la economía agraria, el desarrollo económico y el marketing en universidades de España, Francia y Reino Unido.

Introducción

Este libro, breve en extensión, ha sido redactado en varias etapas. La primera comenzó hace más de dos años. La intención era explicar la repercusión de los impuestos indirectos en el bienestar general. El esbozo de esta repercusión formaba parte del contenido de mi tesis doctoral de 1974. El devenir de los acontecimientos de los dos últimos años ha hecho que dedicara tiempo a nuevos aspectos como el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Unión Europea («Pacto Fiscal Europeo»), la ruptura del mercado único del dinero, la brecha entre los intereses pagados por los diferentes países, que podría consolidar una «Europa a dos velocidades», y la demostración, con un método de nuevo cuño, de las posibilidades de devolver el dinero de la deuda.

Está escrito con la intención de que lo investigado sea asequible al público en general. La primicia es la pretensión de poner el ojo en la clave: más Europa. Buena parte de los resultados sobre la repercusión del IVA en el bienestar general están comentados en cinco cartas al comienzo del libro. Le sigue la exposición de resultados relacionados con el IVA y el Pacto Fiscal Europeo. El libro contiene la explicación, fundada en el análisis de las infinitas demandas de los consumidores, de cómo debe variar la tasa del IVA para conseguir un aumento del bienestar general. A continuación, se demuestra que España puede pagar y devolver su deuda, generando así confianza en el exterior para conseguir financiación externa. Con las tablas numéricas se pretende que el lector deduzca que cada país de la Unión Europea, su país de origen, puede encontrar su lugar en ellas y hallar, en consecuencia, la relación que existe entre sus factores de producción y su Producto Interior Bruto. De esta forma, se generaría confianza en el exterior para que cualquier país de la Unión Europea pudiera conseguir financiación externa, ya que, si es posible invertir en tecnología moderna, el desarrollo económico está asegurado. Por último, se explica y se detalla el método para aumentar la producción de un país por la vía del crecimiento óptimo. El Anexo contiene la justificación matemática del fundamento del libro. Mi análisis finaliza con diez páginas de conclusiones que dejan en entredicho la falta de armonización fiscal en la Unión Europea; el Pacto Fiscal Europeo; el comportamiento de las agencias de calificación de riesgos, que se comportan como si desconocieran que el desarrollo económico europeo ha sido posible gracias a la aplicación de la tecnología que ellas, como consecuencia de su comportamiento, impiden; el teórico mercado único y los efectos que la variación de los ingresos del Estado tiene sobre la población. Esta variación de ingresos debe lograrse cambiando la tasa del IVA para aumentar el bienestar general.

LA UNIÓN EUROPEA COMO FRESNO DAÑADO

Al lado de las taquillas del Parque Sindical, próximo al río Manzanares en Madrid, hay un fresno de tronco centenario. Allá por los años 40, imagino, fue desmochado. Del tronco brotaron ramas que crecieron hasta convertirse en latas de buen grosor. Hace pocos años que cortaron también sus cabezas. Del rebrote han salido vástagos de gran longitud y un ramaje frondoso a cuya sombra apetece estar. En una de las latas cayó un rayo que el tronco condujo a tierra. No puedo precisar cuántos años hace que cayó la chispa, porque ni soy ingeniero de montes ni estaba a su sombra cuando el fresno sufrió el daño. Lata y tronco tienen el corazón dañado. Visto desde el río parece tener madera para dar y tomar. Al mirarlo por la cara opuesta se ve que la madera está podrida. Es de esperar que el fresno, bajo la dirección de un buen técnico forestal, alcance una vida larga, pero con vigor disminuido.

La Unión Europea actual guarda, para mí, cierta similitud con el fresno del Parque Sindical. Por uno de los países que conformaron el tronco europeo entró la descarga del IVA que, en mi opinión, impide el desarrollo vigoroso de sus actuales componentes.

PRIMICIA: UNOS POCOS DE LOS INFINITOS HILOS DE COMUNICACIÓN CON LOS QUE TEJEMOS LA URDIMBRE EUROPEA

A modo de intercambio de conocimiento con alemanes

Conocí Alemania solo de pasada, a comienzos del verano de 1970. Cuando era funcionario del Ministerio de Agricultura español me encontré, en Brujas y en Lovaina la Nueva, con técnicos alemanes en seminarios relacionados con el medio ambiente. En este campo, la legislación alemana era estricta y avanzada. Años más tarde he aplicado, de forma privada, su tecnología en la depuración de aguas.

Tengo un recuerdo especial de uno de los trabajos que como funcionario me han producido mayor satisfacción. Los agricultores andaluces estaban muy preocupados a comienzos de 2002 o 2003 porque el otoño anterior habían plantado patatas en una superficie muy superior a lo normal y el cultivo evolucionaba muy bien. Esperaban una cosecha tan abundante que, llegada la recolección, les resultaría invendible a buen precio. Hacia febrero de 2002 o 2003 se había pedido información acerca de la cantidad de patata tardía almacenada y acerca de la cosecha prevista de patata temprana, a los agregados agrónomos de las embajadas españolas en los países europeos y en los países de las riberas sur y este del Mediterráneo, a cada uno según sus posibilidades. En aquel momento, Rafael Cavestany me dijo que un funcionario alemán, el señor Handblock, estaba dispuesto a intercambiar información conmigo y me dio su teléfono. Descubrimos que las circunstancias favorecían a nuestros respectivos países porque ni en Alemania ni en los países centroeuropeos había almacenada suficiente patata para llegar al verano. Esta información la dio el señor Handblock. Andalucía tenía un excedente nunca visto y se organizó la salida del producto. La previsible gran producción a bajo precio se convirtió, ciertamente, en una buena cosecha vendida a buen precio. Alemania fue abastecida en parte. Pedí que de alguna forma se reconociera el mérito que este diligente funcionario alemán tenía por acumular tanta y tan precisa información. Nada, que yo sepa, se hizo. Mi reconocimiento para él. Poco después me jubilé. Relaciones de ayuda mutua como esta construyen Europa. Ahora agradezco en lo posible, con esta aportación, aquel comportamiento.

A modo de intercambio de conocimiento con ingleses

Más de dos años de estancia en la Universidad de Newcastle upon Tyne y mis desplazamientos por el medio rural del Reino Unido me dieron la oportunidad de apreciar el modo de ser, más o menos, de una parte de sus habitantes. Siento cercanía por su expresión seria y por su modo de ser cuando se trata de evitar la mentira. La mejor forma de confraternizar con los británicos es estar a su altura. Me resultó fácil la relación con los compañeros de universidad, entre otras cosas porque los seis estudiantes que componíamos el alumnado departíamos con los profesores en los ratos libres.

Españoles e ingleses tenemos diferencias en la apreciación de un mismo hecho. El día que fui a Tavistock para una estancia de trabajo en el verano de 1970 encontré sobre el muro calizo del cerramiento de una estancia el nombre de sir Drake en el que se recordaba su lugar de nacimiento. En España lo conocemos como el pirata Drake. Nuestras reinas Isabel la Católica e Isabel I de Inglaterra, quien pudo haberse casado con Felipe II, tenían gran formación y condujeron nuestros respectivos países con gran valor e inteligencia. Esto prueba la existencia de relaciones históricas que han intensificado las actuales y espero que acrecienten las futuras. El turismo, entre otras cosas, así lo confirma.

En la Castilla rural, de donde procedo, sus habitantes viven en núcleos urbanos de pequeña dimensión, con una estructura social a la altura de sus circunstancias. En Reino Unido vivían en granjas aisladas y los hijos de agricultores tenían más dificultades de encuentro con sus iguales. A la mejora del medio rural español he dedicado mi trabajo, con menos intensidad de la que hubiera deseado, puesto que no he tenido la oportunidad de aplicar las técnicas de mercadeo que aprendí en Newcastle. Ahora descubro con agrado cómo en Australia los agricultores van a cobrar por el carbono que la producción de sus cosechas extrae del aire. Ojalá que en la Unión Europea el principio de que «quien contamina paga» tenga su reverso en que «quien descontamina cobra». Semejante lógica sería revolucionariamente buena para nuestros agricultores.

Los convenios de colaboración entre el Ministerio de Agricultura y las grandes superficies de distribución de alimentos, firmados en 2003, hincaban su raíz en mi estancia en Tavistock cuando hice prácticas como estudiante de la Universidad de Newcastle. Un cambio de gobierno los aborreció. Con la seriedad que nos une y mis mejores deseos de concordia, intercambio y ayuda mutua.

A modo de intercambio de ayuda con italianos

Soy segoviano y me siento por completo vinculado a la gran obra pública romana del Acueducto. Tengo vivencias con genoveses y sardos. Una de las noticias que más he celebrado y más he agradecido en estos últimos meses, siempre con la intención de defender intereses europeos comunes, es el comportamiento del fiscal de Trani, Michele Ruggiero. Según una noticia del diario ABC enviada el 6 de febrero de 2012 por su corresponsal en Roma, Ángel Gómez Fuentes, este fiscal acusa a las agencias de calificación de riesgos de «manipulación y juicios falsos e imprudentes».

Me anima su coraje porque creo que acierta. En este libro se dan razones claras del potencial de crecimiento económico de los países y se explica un método para evaluarlo. En mi opinión, este método es aplicable en Italia y me ofrezco al fiscal Ruggiero para demostrar que el potencial de desarrollo económico-social de Italia deja sin argumentos a quienes han difundido un riesgo exagerado de la capacidad de Italia para devolver su deuda. Ojalá que este trabajo de investigación teórica sirva para el desarrollo económico-social de nuestros países.

A modo de intercambio de conocimiento con franceses

Quiero que estas líneas sirvan de expresión de gratitud a cuantos franceses me facilitaron la estancia en el Centro Internacional de Altos Estudios Agronómicos Mediterráneos de Montpellier. En este centro conocí a numerosos profesores con prestigio en las técnicas de desarrollo económico-social. Fue Joseph Klatzmann quien más influyó en mi forma de medir la potencialidad de la economía de un país, y fue en Montpellier donde leí a Jean Fourastier, que todavía no era premio Nobel. A partir de ese momento tengo siempre presente la importancia de la productividad física de los factores de producción y de la influencia de los nuevos descubrimientos tecnológicos. Por ello miro con optimismo al futuro y creo que si todas las personas nos esforzáramos en aumentar la cantidad producida por hora trabajada, utilizando el entusiasmo y los medios tecnológicos a nuestro alcance, no sería necesario pensar en retrasar la edad de jubilación, aunque sí puede que lo sea detraer o dejar de consumir en el presente, o incluso poner en lugar seguro una cantidad creciente del incremento de lo que producimos para poder gastarlo en los años posteriores a nuestro retiro del trabajo. Esto es, a mi juicio, de la máxima importancia, porque el progreso tecnológico no para. De la misma forma como se ha progresado a partir de finales del siglo XIX será posible hacerlo también en el futuro.

En el Montpellier de entonces un 14 % de la población era española. A la estación del ferrocarril llegaban españoles para hacer la vendimia. Eran, respectivamente, el rescoldo de nuestra guerra civil y la necesidad de vivir, personificada alrededor de una maleta. Todo un acicate para quien en el futuro deseaba colaborar en la resolución del problema de la emigración que ahora resucita.

Mi estancia en La Sorbona y mis vivencias del 68 forjaron también, en parte, mi porvenir. Siendo contrario a la algarabía social de aquel año y a muchas de las consecuencias que tuvo, mi balance general es claramente favorable y por ello expreso mi agradecimiento al pueblo francés.

Conoce al autor

Telesforo Hernández Pérez

El autor se doctoró en 1974 en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid después de cursar estudios relacionados con la economía agraria, el desarrollo económico y el marketing en universidades de España, Francia y Reino Unido.

Como consecuencia de saber que los impuestos indirectos disminuyen la demanda. Al estudiar marketing percibí como debíamos aumentar la demanda. Siempre que disminuye, lo hace también la producción y aumenta el paro.

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Juan el día 06-08-2016
Interesante libro. Lo compré hace 3 años y es de rabiosa actualidad todo lo que dice.
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